tengo un recuerdo entre los dedos para tocarme como tú lo harías,
para disimular las ausencias, para justificar tus idas y venidas.
yace entre mis piernas una ciudad en llamas,
es la chispa de tu lengua incitando el fuego que abrasa.
evoco tu boca en otros labios y yo te imploro y provoco
un viaje sin regreso por las avenidas del paisaje
que atardece entre mis pechos.
te sujetas a ellos y susurras que nadie en su sano juicio,
querría morir de sed con una tormenta tan desnuda.
ojalá lloverte, te digo, mojarnos las ganas.
ojalá yo verte y cantar las miradas.
vuelvo al instante y soy luna menguante en tu cama,
llevo el invierno en las caderas, cierta canción en el ombligo
y en todo el cuerpo, un enero contigo.
es la implosión de la piel que no calla y delata;
la complicidad del amante que entiende
hoy no es amor, sino arte.
entonces derramo tinta en la almohada
y me acaricio con el recuerdo constante
del hubiera que es, del somos que fue,
del ojalá volver a ser…
que quiero hacerte con la boca todo
lo que aún no te he escrito con las manos.
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