La paradoja de Olbers es la
contradicción aparente que existe entre que el cielo nocturno sea negro y que
el Universo sea infinito. Si lo es, cada línea de visión desde la Tierra
debería terminar en una estrella. Por tanto, el cielo debería ser completamente
brillante.
Sin embargo, para los soñadores
esto no tiene sentido alguno. Pues el universo aún sin estrellas, sólo con la
Luz de la Luna puede brillar eternamente. Puede ser quizá porque durante mucho
tiempo creímos que la Luna era de queso.
O porque George Mélies nos brindó una gráfica
de la Luna muy diferente…
Pero a mí… Ella me permite viajar
de galaxia en galaxia, aunque pertenezco a un mundo campestre y febril. En
dónde el soñar y viajar está mal visto porque no “tiene” los pies en la tierra.
Pero, ¿qué sentido tiene caer en la monotonía de la humanidad si se puede
admirar la inmensidad que alberga el Universo?
Yo viajo con alas del tiempo, tal vez sin saber
que el viento me arrastra al laberinto de la imaginación donde está mi morada,
el sueño, entraña del ser. Mi ser.
Cada ser cuenta su historia… la
mía aún se sigue escribiendo y hoy comienza de nuevo.
El río conduce mis penas y las
ahoga en el mar; el viento no sólo me lleva sino que mis lágrimas seca. Ahora,
¿quién me guiará hasta ese Luna? Tal vez me sumerja en los relatos de Verne o
por qué no un cuento de Cortázar… Lo que quiero es volver a mi Luna.
Aquella que no hace mucho me
brindó una estrella para no perderme en el camino.
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